Por Andrés O’Dogherty, licenciado en Biología. Técnico en parafarmacia mundonatural c/ Fernando el Católico (Madrid)
Para entender que son las varices lo primero es conocer cómo funciona el retorno de la sangre de las venas al corazón. Una vez la sangre ha nutrido y oxigenado a los tejidos a través de la circulación arterial y la circulación capilar, esta debe volver al corazón por medio de las venas para oxigenarse de nuevo y volver a iniciar el ciclo. Para que este proceso se lleve a cabo se necesitan, entre otras, dos cosas fundamentales:
- Como todo movimiento, se requiere una fuerza que lo haga posible (en este caso la presión generada por el músculo cardiaco).
- Establecer un sentido único de circulación (véase, asegurarse de que la sangre “siempre vaya hacia adelante” y nunca hacia atrás). Para lograr este objetivo, en el sistema circulatorio encontramos las llamadas válvulas, que son las compuertas que aseguran que el ciclo sea unidireccional impidiendo el flujo hacia atrás, ya que permiten la entrada pero no la salida.
Las válvulas principales y más conocidas son las válvulas cardiacas (tricúspide, mitral y las sigmoideas) que impiden los reflujos y soplos cardiacos, pero en este ámbito las que más nos interesan son las válvulas localizadas en las paredes de las venas, que por la forma que tienen se llaman válvulas en nido de golondrina, y son estas las que ayudan a que la sangre pueda volver al corazón. Cuando, por alguna razón, éstas fallan y la sangre puede tanto entrar como salir a través de ella, empieza a circular de forma retrógrada, lo que produce que en ese vaso la sangre se vaya acumulando y éste se hinche. Es entonces cuando hablamos de una variz.
Pueden aparecer casi en cualquier lugar donde haya venas, pero la mayoría de casos de varices se producen en las piernas, ya que para retornar al corazón la sangre debe vencer también a la fuerza de la gravedad, lo que supone una fuerza añadida a la que hacer frente. Además, parte de la presión generada en el corazón ya se ha perdido en las arterias y capilares (“la sangre que llega a las venas tiene menos fuerza que la empuje”). En resumen podemos decir que en las piernas la sangre trae poca fuerza y tiene que superar más obstáculos, el cóctel perfecto para las varices. Aun así, otros lugares donde aparecen pueden ser el abdomen, los testículos (varicocele), el ano (hemorroides) o en el esófago (como complicación de problemas hepáticos)
En general las mujeres son más propensas a tener varices (por las hormonas). Aunque con la edad se aumenta el riesgo de padecerlas, el rango de edad en el que pueden aparecer es muy amplio (desde los 18 años hasta la menopausia). Los factores hereditarios suelen ser la causa más importante. La vida sedentaria favorece su aparición también, ya que en general la musculatura está poco tonificada (los músculos de las piernas se complementan con la acción de las válvulas para dar empuje al retorno venoso) o el pasar muchas horas seguidas de pie (es conveniente descansar un rato y quitar el efecto de la gravedad).
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